Estoy seguro que la mayor parte de ustedes no saben lo que está pasando con los gansos en Holanda, y dirán, tal vez con lógica ¿a quién le importan los gansos holandeses? Sin embargo, aunque no lo crean, se trata de una cuestión de especial interés, pues muestra a la perfección cómo los defensores fanáticos de una idelogía puede causar más daño que el que intentan reparar.
Movidos, y no lo dudo, por una buena intención, los animalistas holandeses, tan pesados y plastas como los de aquí, empeñados siempre en avanzar en su cruzada contra los malvados «especistas», lograron en 1999 la prohibición de la caza del ganso, una actividad tradicional en los Países Bajos, nación que, como es bien sabido, tiene una altísima densidad de población, y donde hace ya siglos que no existe el «campo» en el sentido español del término.
Desde la la prohibición de su caza, los problemas empezaron a crecer de forma exponencial. Resulta que a los gansos les gustan los abonos nitrogenados, muy empleados en los cultuvos intensivos de los eficaces agricultores y horticultores holandeses. Además de los abonos, que para los gansos parecen ser un excelente manjar, hay que añadir que el país está cubierto de ríos, canales y marismas, lo que lo convierte en el «paráiso» gansuno.
Ante la falta de depredadores naturales, desaparecidos hace largo tiempo de Holanda, y rodeados de un entorno idóneo, los gansos aumentaron un 2000% su número en sólo diez años, alcanzando una población de unos 800 000 ejemplares en verano y un alucinante 1 600 000 en invierno (datos de Sovon, una entidad que monitoriza su número y mantiene los datos actualizados).
La consecuencia inmediata es que los gansos afectaban ya a la seguridad del tráfico aéreo, y ponían en peligro la vida de miles de personas, por lo que el gobierno tuvo, a partir de 2009, que invertir ingentes cantidades de dinero de los contribuyentes para para garantizar la seguridad de los vuelos, en un incremento del gasto de dinero que ya alcanza los 15 millones de euros al año.
Dada la gravedad del problema, alguien podía pensar que se volvería a autorizar su caza, pero no, la genial idea del giliprogre gobierno holandés fue gasearlos... Si, lo que están leyendo.